FÚTBOL
EN IAAFA
FINAL
DE CAMPEONATO: CHILE V/S PERÚ.-
¡Y llegó el día tan
esperado! : ¡La gran final de campeonato de fútbol de la IAAFA!
Según la historia
de la Academia, una vez más se enfrentaban por el primer lugar del campeonato
las representaciones de Chile y Perú. Se esperaba que fuese un partido
atractivo y normal que no terminase, como en todas las versiones anteriores,
con disputas y agresiones mutuas entre los equipos de Chile y Perú. Esta
versión, tampoco fue la excepción.
Cabe precisar que,
a estas alturas, los ánimos estaban algo tensos en nuestras relaciones mutuas,
toda vez que ellos siempre demostraron animosidad en contra nuestra, tanto por
resabios de sus derrotas en los conflictos bélicos del siglo XIX entre los dos
países, como por no habernos podido superar en ningún ámbito de las actividades
pedagógicas, culturales, deportivas o sociales en la Academia. Peor aún, cuando
nos vímos algo apesadumbrados y avergonzados por ser causantes del bulling que
ejercieron ellos en contra de nuestro querido “Car’e Gallo”. Nosotros lo
molestábamos continuamente, a veces en forma desmedida, pero nuestro camarada
se las bancó estoicamente. Sin embargo, no podíamos permitir que ellos se
sintieran con la libertad de también hacerlo. Sumémosle que, por aquellos días,
en un altercado provocado por varios de ellos, el segundo Jefe de País peruano,
tumbó de un maletero golpe al mentón a nuestro cursete “Chino Lastra” y
nosotros le contuvimos en su intención de revancha, para que no se armara una
gresca colectiva con resultados preocupantes en lo disciplinario, por lo cual
no sólo Lastra, quien recibió el golpe humillante, sinó que todos nos sentímos
agredidos y avergonzados, deseando intensamente un desquite.
La delegación
Peruana constaba de 25 jóvenes suboficiales de diferentes grados y ramas
(ejército, marina, aviación), y lograron formar un muy buen equipo de fútbol.
Nosotros éramos 50
“pollitos”, de entre 15 a 18 años y conformábamos un muy buen equipo, con
titulares entre los que sobresalían el arquerazo de Luis Arturo “Burro”
Salínas, “Chino” Lastra, Jaime Pavlich, Eloy Vergara y otros titulares y
reservas, todos mejores que yo, que ni siquiera estaba en la banca, lo que me
dio la oportunidad de ser un testigo de excepción para no perderme ni el mas
mínimo mínimo de detalles. El físico y estatura de nuestros jugadores era de
término medio, en comparación al promedio de los peruanos, entre los cuales
habían alguno “Roperos” de dos y hasta de tres cuerpos. Eloy Vergara no sólo
era casi tan feo como yo, sinó que disputábamos el concurso de ser el más chico
de todos, con menos de 1.60 mtrs. de estatura, pero él tenía un dribling
exquisito y mareador con el balón en los piés. Jaime Pavlich, chiquito también
y algo gordito pero con una técnica depurada construía y finiquitaba las
jugadas; Lastra en la contención, con una excelente técnica, junto a sus
compañeros de la defensa, mostraron suficiencia en su cometido, al igual que el
arquero Salínas que mostró siempre virtudes en la portería. En fin, el equipo
en general estaba muy bien.
Por tratarse de un
partido de tal importancia, que contaría con asistencia de un gran número de
espectadores conformados por las máximas autoridades de la Academia, del
personal de la Base y de sus familiares, se designó como árbitro al MST Cruz, muy conocido nuestro, ya que fue
nuestro exigente y rudo instructor de Kárate, Cinturón Negro 5º Dan, con el
cual logramos el nivel de Instructores De Formas Básicas en Kárate, y al cual
pudimos valorar en sus capacidades luego de tener un enfrentamiento de
exhibición contra 25 oponentes a la vez, a quienes venció claramente y con
técnica depurada.
Fue un primer
tiempo agresivo y batallador por ambas partes. Sin lograr prevalecer en el
marcador ni uno ni otro; el árbitro trabajó bien y esforzadamente ya que los
ánimos se iban caldeando, sobre todo por la molestia de los defensores
peruanos, en particular por parte de los baluartes de defensa peruana con su
Jefe de País”Ropero Grande”, y la del Segundo Jefe (otro “Ropero”), ya que las
técnicas y dribling de algunos, en especial de Eloy, los dejaban a mal traer.
Una de esas jugadas, después de unos driblings y gambetas del “Chico” Eloy,
quién pasó y repasó a los dos jefes de país de los peruanos, en juego colectivo
muy bien logrado, permitió abrir el marcador al equipo chileno. Poco rato
después, Eloy disputó un balón, logrando su control y, avanzando en ataque por
la banda derecha, al cruzar la línea media, se enfrentó una vez más a su
marcador personal, el grandote 2º jefe de Perú, a quién le dibujó un par de
driblings que lo dejó loco, lo repasó, regresa en giro 180º, y le hace un lindo
túnel, luego de lo cual vuelve a recuperar el balón y lo entrega en pase
perfecto un compañero. El defensa peruano no pudo soportar la afrenta deportiva
y se fue en persecución del “Chico”, alcanzándole y elevándolo con un patadón
en el trasero, patada que resultó magnificada por que el chico tan livianito se
vió elevado como medio metro y saliendo polvo de yeso de su trasero, tras lo
cual el peruano se fue trotando tranquilamente y satisfecho de su venganza, la
cual no fue advertida por el árbitro, a refugiarse entre los “roperos” de la
defensa peruana. El “Chico” Eloy, luego de recuperarse, se fue en carrera
detrás de su agresor y saltando en un vuelo espectacular y sorprendente para su
estatura (me hizo recordar los cinematográficos saltos de Bruce Lee), llegando
a formar una línea paralela con el piso, a la altura de los hombros,
propinándole hermosa patada al cerebro del peruano, quién no se esperaba tal
golpe y pensando que se le venía el mundo encima de su cabeza, cayó
aparatosamente al suelo, recuperándose sólo después de algunos minutos.
La banca peruana se
encontraba cerca de las tribunas y por el mismo lado el resto de su delegación.
Los chilenos espectadores, nos encontrábamos en el costado opuesto de la
cancha. Cuando el peruano golpeó al chico, ellos le aplaudieron; el árbitro
ahora si tocó el pito cuando el chico se desquitó, y se enojaron tanto que
entraron a la cancha todos ellos sumándose a sus jugadores para perseguir y
castigar al insolente enano que tubo la osadía de “pasearse” a su compañero de
la contención peruana. Nosotros en la otra orílla nos aguantamos y conservamos
la calma, hasta justo antes de que entrasen a pelear a mansalva hasta el último
de ellos. Una vez sucedido, en forma espontánea y admirable, entramos todos
nosotros a defender a los nuestros, en medio de un chivateo espectacular,
ululando como los indios de las películas de apaches de los yankees, ya que
parecía un Malón de mapuches sangrientos, enfrascándonos en una batalla campal
contra ellos. Cierto que los duplicábamos en número, pero las diferencias de
edad y físico estaban en contra nuestra. De hecho, en forma espontánea se
fueron produciendo conatos aislados en los que se formaron grupos de dos y
hasta cinco peruanos que estaban rodeados por tres y hasta por siete
chilenitos. A pesar de la diferencia numérica a nuestro favor, teníamos menos
envergadura física, de suerte que alguno de los peruanos mandaba un sopapo y
salían trastabillando dos y hasta tres chilenitos a la vez.
El árbitro tocaba
su pito desaforadamente sin que nadie le hiciese caso y corría de un lado a
otro sin lograr parar la pelea. La gente gritaba y los niños también;
comenzaron a abandonar las graderías varios espectadores. Yo iba de un lado a
otro colaborando con patadas y puñetes donde veía que podía apoyar a lo más
débiles. Estando en eso, veo a un peruano blanco (no un típico “Cholo”, pero
igual de cobarde y tan solapado que aquellos) quien sin arriesgarse a pelear
directamente con los otros, eligió un grupo
equiparado de tres contra tres, tomaba distancia, corría hacia el grupo,
saltaba por sobre los hombros de dos de sus compañeros y mandaba un volador que
descalabraba a un pollito chilensis, a continuación se cerraba el grupo y el
peruano mala leche se devolvía corriendo a tomar distancia y repetir la
“gracia”. Repitió la maniobra cobarde otra vez con éxito dejando sangrando a
otro chilenito y se devolvió, mirando atrás mientras se devolvía a tomar distancia,
riéndose orgulloso de haber dejado chorreando sangre de nariz a otro “¡ chileno
carajo!” En ese momento, yo había alcanzado corriendo también el lugar donde
terminaba éste de recorrer la distancia necesaria y, al volver su cara hacia
delante al presentirme, se encuentra con un hermoso “Combo en el Hocico”,
acrecentado el impacto por la velocidad con que ambos llegamos al punto, que lo
dejó con la boca rota en el piso, donde junto a otro de los que vió su cobarde
accionar le premiamos con “lindas y sonoras patadas en el cúlo”.
Luego de eso, veo
que el jefe de país peruano y un compañero suyo, estaban rodeados por nueve
Cursetes, que con sus brazos mas cortos no lograban darle un buen golpe; en
cambio él, mandaba un solo chopazo y caían de traste dos y hasta tres
chilenitos que volvían a pararse y a la carga otra vez como monos porfiados,
pero sin lograr plenamente su objetivo. Corrí a colocarme a las espaldas de ese
“ropero” y salté sobre él felínamente, clavando el pié detrás de su rodílla
obligándolo a arrodillarse y estrangulándolo con el brazo hasta hacerle caer al
pasto, donde de inmediato cayeron sobre él los demás compañeros para darle una
soberana pateadura.
Poco a poco, fueron
disminuyendo los grupos dispersos de combatientes y reagrupándose mutuamente,
hasta resaltar un núcleo de unos ocho peruanos contra unos doce chilenos,
formando un círculo apretado de luchadores rabiosos que se daban con todo. El
árbitro, desesperado ya, corrió hasta ese grupo y, dando un salto de kárate
espectacular, cae al centro de todos, tira el pito al suelo, se abre la camisa,
adopta una pose de karateca consumado, que como tal era, y con los ojos echando
chispas, amenazó con aplicarse a fondo (algo así como: “al que se mueva..., lo
cago”) contra cualquiera que siguiera peleando. Logró su objetivo plenamente,
pues cesó inmediatamente la pelea, al mismo tiempo que llegaba una escuadra de
Policías Militares y un par de patrulleras haciendo sonar sus sirenas para
intervenir en la trifulca.
El partido se dio
por terminado sin jugar tiempo restante, tal como estaba el resultado hasta
entonses, por lo cual fuimos los vencedores de ese campeonato obteniendo la
copa correspondiente, además del dulce sabor de la venganza y de un nuevo
reconocimiento de la comunidad de la Academia y Base, en cuanto a nuestras
capacidades de arrojo, valentía y perseverancia para obtener la victoria en
cualquier campo y pese a cualquier adversidad.
Nos hicieron formar
y nos entregaron a disposición del recién ascendido Capitán Silva, oficial a
cargo de nuestra delegación, quien nos reprendió severamente por las eventuales
consecuencias de trascendencia internacional, disciplinarias, culturales, etc.
etc..
Para terminar su perorata, nos amenazó con los
peores castigos, si en una próxima oportunidad no lo integrábamos a él en la
pelea contra los peruanos. “A la próxima me avisan los wueones”, y no despachó
a las barracas, a donde nos fuimos cantando alegremente y triunfales “Los
Viejos Estandartes” que tanto molestaba a nuestros “hermanos del Rímac”, y el
Himno de la FACH, con nuestras mejores voces y orgullosos de haberlos derrotado
en todos los ámbitos. ¡¡¡VIVA CHILE, (¡¡¡MIERDAS!!!)”!!!
*Traducción:
Equivalencia de: (¡Carajos!) [Que fuerte, intimidante y amenazante suena en
idioma cholo, ¿No?]