martes, 31 de marzo de 2015

¡¡¡ OTROS RELATOS !!!

  UNA LINDA Y TIERNA SERPIENTE.


Cierto día, durante el coffee break de media mañana, salimos de la sala de clases de aviones convencionales y nos dirigimos al costado fuera del hangar a esperar la llegada del Snack Bar móvil, lugar donde apreciamos un pequeño alboroto entre varios Cursetes además de otros curiosos. Al acercarnos, pudimos ver que, si la memoria no me engaña, en un círculo conformado principalmente por chilenos, estaba nuestro admirado campeón de ping-pong, pool y billar, naipe y de cuanto juego de azar se conociera,  Nabor Riquelme, el cual además de ganar sus buenos dólares a los contrincantes “gringos” y de otras nacionalidades, principalmente venezolanos, logró una buena fluidez en el idioma inglés,
Este nunca lo suficientemente bien ponderado personaje, con la mano izquierda le hacía “cachañas” a la “culebrita”, mientras que con la derecha le daba manotazos con la intención de capturar a una linda y tierna serpiente de inocente apariencia, de lengua bífida y cuello que se expandía ante los intentos de capturarla, con lo cual adoptaba la apariencia de una cobra de las películas, pero en tamaño pequeño. Mientras continuaba intentando capturarla y haciéndole el quite a los colmillos de la sierpe, diciendo que una vez capturada le amarraría un cordelito para convertirla en su mascota, aparece corriendo nuestro ya conocido baqueano de los jardines, quien, con el machete en alto irrumpe al interior del circulo de curiosos y barristas y,  con un soberbio tajo, le cortó en el aire la cabeza al ofidio. A continuación con un arrebato de verdadera ira, nos retó a todos con fuertes epítetos e imprecaciones por lo irresponsable de nuestra acción y que ya estaba aburrido que siempre los chilenos todo los años le daban los mismos problemas, toda vez que se trataba de una serpiente altamente peligrosa a pesar de su tamaño e inocente apariencia, ya que la experiencia indicaba que un humano moría en dos horas luego de ser mordido por una de ellas. Nos fuimos asegurándole que en lo sucesivo “nos portaríamos bien”.

UN VANO INTENTO DE DOMESTICAR A OTRA “MASCOTA”

No obstante, tiempo después, alguien, no sé quién, pero todos aseguraban que había sido  el ya mencionado nunca suficientemente bien ponderado Nabor, subió a nuestros dormitorios un hermoso ejemplar de cangrejo de esos con una tenaza grande como en la película “Cangrejos Asesinos”, tenaza desproporcionada para su envergadura y que caminan de lado, a la cual procuraban infructuosamente amarrarle un cordelito para llevarla como mascota entre nosotros. La verdad, no acostumbrados a esos bichos, a cuyo lado las jaibas  del litoral central resultaban insignificantes, aparte del alboroto, todos sentíamos temor de manipularla. Nabor nos incitaba a tomarla, diciendo que no pasaría nada, pero cada intento solo provocaba algarabía ante el tamaño y movimientos sorpresivos en defensa y ataque de aquélla poderosa tenaza. Como para probar, se me ocurrió poner un lápiz grafito en su tenaza para luego cogerla, pero  el cangrejo lo cercenó como si fuera mantequilla; luego, alguien probó con una varita de madera más gruesa y fibrosa, la cual, aunque con mayor dificultad, también la quebró, astillándola. A continuación, otro le colocó una varilla metálica, la cual no pudo cortar y aprovecharon de cogerla y ponerle el cordel, luego de lo cual intentaron retirar la varilla, pero era tal el forcejeo con el cangrejo, que terminaron amputándole la poderosa tenaza.
A contar de entonces, se perdió todo interés en el famoso cangrejo, condolidos algunos, lo devolvimos a los prados con la esperanza que pudiera sobrevivir a pesar de su discapacidad. Al día siguiente, descubrimos en los prados sólo su caparazón vacía: las hormigas carnívoras se la habían “chupeteado” rápidamente. (R.I.P)

                        SUMA Y SIGUE

No faltaba más: nuestro castor “Animals Lover”, ahora apareció en las barracas de dormitorio con un sapo espectacular por su forma y tamaño, a la cual ya le habían puesto su traílla y bautizado como “Margarita”, y había gran algarabía con ella pues explicaban que era una rana de “Tres Saltos” y todos procurábamos comprobarlo. El juego consistía en hacerle el quite a sus salivazos y presionarle el lomo, que parecía un globo, y a continuación, automáticamente, la rana se pegaba tres jocosos saltos largos y se apostaba a quien conseguía obtener hasta cinco saltos o lograr un récord de distancia.
Con el alboroto, se habían ya acercado a nuestros dormitorios una importante cantidad de curiosos de los demás países representados en la Academia, dándonos pauta a nosotros para armar mayor escandalera. Estábamos en ello, cuando reaparece el ya conocido baqueano de los jardines, con su enorme machete en la mano y empieza a repartir patadas procurando darle a la rana o cortarla con el alfanje. Finalmente, logró aplastarla y llevársela al exterior, no sin antes volver a reclamarnos severamente por nuestra irresponsabilidad, ya que los escupitajos de la rana eran altamente venenosos, se impregnaba en la piel y se introducía por los poros llegando rápidamente al torrente sanguíneo, produciendo una parálisis en el sistema nervioso central, con gran riesgo de vída y que daría cuenta de ello al Director de la Academia para que sancionara a estos chilenos temerarios e irresponsables: Otra vez nuestro Jefe de País hubo de ir a pararse frente al SQ. , Master Sargent  Hius, a recibir la consabida reprimenda.
“Estos Chilenos no entenderán nunca...¡¡¡”

3 comentarios:

Anónimo dijo...

NABOR.....¿ALGUN COMENTARIO AL RESPECTO?
MÁS BIEN ME PARECEN NIGHTMARES DEL ESCRITOR.

Anónimo dijo...

A propósito de mascotas, es sabido que los pingüinos no se pueden domesticar.
El "pájaro" parado no entiende razones....

Unknown dijo...

Gracias Luis, mi siempre respetado y querido cursete: La verdad, me había olvidado de aquel episodio del guatón nicaragúence que se secaba las axcilas con las servilletas mientras almorzábamos y se curaba a concho con tres cervesas.Bueno,tal vez en la batahola, el que le mandó las patadas al sapo de mi relato haya sido ese guatón que reaccionó histérico pues sabía de la peligrosidad del bicho, y nó el machetero de mis recuerdos.