jueves, 23 de abril de 2015

¡¡¡ PARTIDO INOLVIDABLE !!!



FÚTBOL EN IAAFA
FINAL DE CAMPEONATO: CHILE V/S PERÚ.-

¡Y llegó el día tan esperado! : ¡La gran final de campeonato de fútbol de la IAAFA!
Según la historia de la Academia, una vez más se enfrentaban por el primer lugar del campeonato las representaciones de Chile y Perú. Se esperaba que fuese un partido atractivo y normal que no terminase, como en todas las versiones anteriores, con disputas y agresiones mutuas entre los equipos de Chile y Perú. Esta versión, tampoco fue la excepción.
Cabe precisar que, a estas alturas, los ánimos estaban algo tensos en nuestras relaciones mutuas, toda vez que ellos siempre demostraron animosidad en contra nuestra, tanto por resabios de sus derrotas en los conflictos bélicos del siglo XIX entre los dos países, como por no habernos podido superar en ningún ámbito de las actividades pedagógicas, culturales, deportivas o sociales en la Academia. Peor aún, cuando nos vímos algo apesadumbrados y avergonzados por ser causantes del bulling que ejercieron ellos en contra de nuestro querido “Car’e Gallo”. Nosotros lo molestábamos continuamente, a veces en forma desmedida, pero nuestro camarada se las bancó estoicamente. Sin embargo, no podíamos permitir que ellos se sintieran con la libertad de también hacerlo. Sumémosle que, por aquellos días, en un altercado provocado por varios de ellos, el segundo Jefe de País peruano, tumbó de un maletero golpe al mentón a nuestro cursete “Chino Lastra” y nosotros le contuvimos en su intención de revancha, para que no se armara una gresca colectiva con resultados preocupantes en lo disciplinario, por lo cual no sólo Lastra, quien recibió el golpe humillante, sinó que todos nos sentímos agredidos y avergonzados, deseando intensamente un desquite.
La delegación Peruana constaba de 25 jóvenes suboficiales de diferentes grados y ramas (ejército, marina, aviación), y lograron formar un muy buen equipo de fútbol.
Nosotros éramos 50 “pollitos”, de entre 15 a 18 años y conformábamos un muy buen equipo, con titulares entre los que sobresalían el arquerazo de Luis Arturo “Burro” Salínas, “Chino” Lastra, Jaime Pavlich, Eloy Vergara y otros titulares y reservas, todos mejores que yo, que ni siquiera estaba en la banca, lo que me dio la oportunidad de ser un testigo de excepción para no perderme ni el mas mínimo mínimo de detalles. El físico y estatura de nuestros jugadores era de término medio, en comparación al promedio de los peruanos, entre los cuales habían alguno “Roperos” de dos y hasta de tres cuerpos. Eloy Vergara no sólo era casi tan feo como yo, sinó que disputábamos el concurso de ser el más chico de todos, con menos de 1.60 mtrs. de estatura, pero él tenía un dribling exquisito y mareador con el balón en los piés. Jaime Pavlich, chiquito también y algo gordito pero con una técnica depurada construía y finiquitaba las jugadas; Lastra en la contención, con una excelente técnica, junto a sus compañeros de la defensa, mostraron suficiencia en su cometido, al igual que el arquero Salínas que mostró siempre virtudes en la portería. En fin, el equipo en general estaba muy bien.
Por tratarse de un partido de tal importancia, que contaría con asistencia de un gran número de espectadores conformados por las máximas autoridades de la Academia, del personal de la Base y de sus familiares, se designó como árbitro  al MST Cruz, muy conocido nuestro, ya que fue nuestro exigente y rudo instructor de Kárate, Cinturón Negro 5º Dan, con el cual logramos el nivel de Instructores De Formas Básicas en Kárate, y al cual pudimos valorar en sus capacidades luego de tener un enfrentamiento de exhibición contra 25 oponentes a la vez, a quienes venció claramente y con técnica depurada.
Fue un primer tiempo agresivo y batallador por ambas partes. Sin lograr prevalecer en el marcador ni uno ni otro; el árbitro trabajó bien y esforzadamente ya que los ánimos se iban caldeando, sobre todo por la molestia de los defensores peruanos, en particular por parte de los baluartes de defensa peruana con su Jefe de País”Ropero Grande”, y la del Segundo Jefe (otro “Ropero”), ya que las técnicas y dribling de algunos, en especial de Eloy, los dejaban a mal traer. Una de esas jugadas, después de unos driblings y gambetas del “Chico” Eloy, quién pasó y repasó a los dos jefes de país de los peruanos, en juego colectivo muy bien logrado, permitió abrir el marcador al equipo chileno. Poco rato después, Eloy disputó un balón, logrando su control y, avanzando en ataque por la banda derecha, al cruzar la línea media, se enfrentó una vez más a su marcador personal, el grandote 2º jefe de Perú, a quién le dibujó un par de driblings que lo dejó loco, lo repasó, regresa en giro 180º, y le hace un lindo túnel, luego de lo cual vuelve a recuperar el balón y lo entrega en pase perfecto un compañero. El defensa peruano no pudo soportar la afrenta deportiva y se fue en persecución del “Chico”, alcanzándole y elevándolo con un patadón en el trasero, patada que resultó magnificada por que el chico tan livianito se vió elevado como medio metro y saliendo polvo de yeso de su trasero, tras lo cual el peruano se fue trotando tranquilamente y satisfecho de su venganza, la cual no fue advertida por el árbitro, a refugiarse entre los “roperos” de la defensa peruana. El “Chico” Eloy, luego de recuperarse, se fue en carrera detrás de su agresor y saltando en un vuelo espectacular y sorprendente para su estatura (me hizo recordar los cinematográficos saltos de Bruce Lee), llegando a formar una línea paralela con el piso, a la altura de los hombros, propinándole hermosa patada al cerebro del peruano, quién no se esperaba tal golpe y pensando que se le venía el mundo encima de su cabeza, cayó aparatosamente al suelo, recuperándose sólo después de algunos minutos.
La banca peruana se encontraba cerca de las tribunas y por el mismo lado el resto de su delegación. Los chilenos espectadores, nos encontrábamos en el costado opuesto de la cancha. Cuando el peruano golpeó al chico, ellos le aplaudieron; el árbitro ahora si tocó el pito cuando el chico se desquitó, y se enojaron tanto que entraron a la cancha todos ellos sumándose a sus jugadores para perseguir y castigar al insolente enano que tubo la osadía de “pasearse” a su compañero de la contención peruana. Nosotros en la otra orílla nos aguantamos y conservamos la calma, hasta justo antes de que entrasen a pelear a mansalva hasta el último de ellos. Una vez sucedido, en forma espontánea y admirable, entramos todos nosotros a defender a los nuestros, en medio de un chivateo espectacular, ululando como los indios de las películas de apaches de los yankees, ya que parecía un Malón de mapuches sangrientos, enfrascándonos en una batalla campal contra ellos. Cierto que los duplicábamos en número, pero las diferencias de edad y físico estaban en contra nuestra. De hecho, en forma espontánea se fueron produciendo conatos aislados en los que se formaron grupos de dos y hasta cinco peruanos que estaban rodeados por tres y hasta por siete chilenitos. A pesar de la diferencia numérica a nuestro favor, teníamos menos envergadura física, de suerte que alguno de los peruanos mandaba un sopapo y salían trastabillando dos y hasta tres chilenitos a la vez.
El árbitro tocaba su pito desaforadamente sin que nadie le hiciese caso y corría de un lado a otro sin lograr parar la pelea. La gente gritaba y los niños también; comenzaron a abandonar las graderías varios espectadores. Yo iba de un lado a otro colaborando con patadas y puñetes donde veía que podía apoyar a lo más débiles. Estando en eso, veo a un peruano blanco (no un típico “Cholo”, pero igual de cobarde y tan solapado que aquellos) quien sin arriesgarse a pelear directamente con los otros, eligió un grupo  equiparado de tres contra tres, tomaba distancia, corría hacia el grupo, saltaba por sobre los hombros de dos de sus compañeros y mandaba un volador que descalabraba a un pollito chilensis, a continuación se cerraba el grupo y el peruano mala leche se devolvía corriendo a tomar distancia y repetir la “gracia”. Repitió la maniobra cobarde otra vez con éxito dejando sangrando a otro chilenito y se devolvió, mirando atrás mientras se devolvía a tomar distancia, riéndose orgulloso de haber dejado chorreando sangre de nariz a otro “¡ chileno carajo!” En ese momento, yo había alcanzado corriendo también el lugar donde terminaba éste de recorrer la distancia necesaria y, al volver su cara hacia delante al presentirme, se encuentra con un hermoso “Combo en el Hocico”, acrecentado el impacto por la velocidad con que ambos llegamos al punto, que lo dejó con la boca rota en el piso, donde junto a otro de los que vió su cobarde accionar le premiamos con “lindas y sonoras patadas en el cúlo”.
Luego de eso, veo que el jefe de país peruano y un compañero suyo, estaban rodeados por nueve Cursetes, que con sus brazos mas cortos no lograban darle un buen golpe; en cambio él, mandaba un solo chopazo y caían de traste dos y hasta tres chilenitos que volvían a pararse y a la carga otra vez como monos porfiados, pero sin lograr plenamente su objetivo. Corrí a colocarme a las espaldas de ese “ropero” y salté sobre él felínamente, clavando el pié detrás de su rodílla obligándolo a arrodillarse y estrangulándolo con el brazo hasta hacerle caer al pasto, donde de inmediato cayeron sobre él los demás compañeros para darle una soberana pateadura.
Poco a poco, fueron disminuyendo los grupos dispersos de combatientes y reagrupándose mutuamente, hasta resaltar un núcleo de unos ocho peruanos contra unos doce chilenos, formando un círculo apretado de luchadores rabiosos que se daban con todo. El árbitro, desesperado ya, corrió hasta ese grupo y, dando un salto de kárate espectacular, cae al centro de todos, tira el pito al suelo, se abre la camisa, adopta una pose de karateca consumado, que como tal era, y con los ojos echando chispas, amenazó con aplicarse a fondo (algo así como: “al que se mueva..., lo cago”) contra cualquiera que siguiera peleando. Logró su objetivo plenamente, pues cesó inmediatamente la pelea, al mismo tiempo que llegaba una escuadra de Policías Militares y un par de patrulleras haciendo sonar sus sirenas para intervenir en la trifulca.
El partido se dio por terminado sin jugar tiempo restante, tal como estaba el resultado hasta entonses, por lo cual fuimos los vencedores de ese campeonato obteniendo la copa correspondiente, además del dulce sabor de la venganza y de un nuevo reconocimiento de la comunidad de la Academia y Base, en cuanto a nuestras capacidades de arrojo, valentía y perseverancia para obtener la victoria en cualquier campo y pese a cualquier adversidad.
Nos hicieron formar y nos entregaron a disposición del recién ascendido Capitán Silva, oficial a cargo de nuestra delegación, quien nos reprendió severamente por las eventuales consecuencias de trascendencia internacional, disciplinarias, culturales, etc. etc..
 Para terminar su perorata, nos amenazó con los peores castigos, si en una próxima oportunidad no lo integrábamos a él en la pelea contra los peruanos. “A la próxima me avisan los wueones”, y no despachó a las barracas, a donde nos fuimos cantando alegremente y triunfales “Los Viejos Estandartes” que tanto molestaba a nuestros “hermanos del Rímac”, y el Himno de la FACH, con nuestras mejores voces y orgullosos de haberlos derrotado en todos los ámbitos. ¡¡¡VIVA CHILE, (¡¡¡MIERDAS!!!)”!!!
*Traducción: Equivalencia de: (¡Carajos!) [Que fuerte, intimidante y amenazante suena en idioma cholo, ¿No?]

5 comentarios:

Anónimo dijo...

¿ Dónde estaba yo, que me lo perdí?


Lucho Bravo

Anónimo dijo...

Bueno tu relato Jaime,pero,Lucho Bravo y su buen estilo "Brasuca"futbolistico??
MuchasGracias.-

Anónimo dijo...

No cacho ná.....la foto de la pichanga ¿a qué partido corresponde?
Alguien puede aclarar?

jacapafu dijo...

La foto de la pichanga na¨que ver con el relato, por eso la elimine

Anónimo dijo...

Weeeena Rokola!!
Llegué a pensar que el alemán de mierda me había atacado...
Gracias por la aclaración.